dejadme que os cuente una historia
Erase una vez un chico de 17 años, que iba caminando por una vereda de un río.
Toda su vida se había fijado en las motos que aparcaban en la calle, mirando en el cuenta Km, cual era la velocidad máxima de cada moto. Se sabía todas de memoria.
El caso es que en breve, por fin iba a poder presentarse en el siguiente verano a su carnet de moto.
SU padre le había dicho que las motos le daban miedo y que aunque le pagaría el carnet, la única condición que le ponía, era que tuviera mucho cuidado. QUe tanto él como su madre le querían demasiado como para poder verle con la pierna escayolada…
El muchacho iba pensando en que moto se iba a comprar nada más tener su carnet. El caso es que le encantaban las Ducati, siempre le habían gustado ese color rojo y blanco… pero pensaba que quizás no fueran lo suficientemente rápidas para él. El que se había fijado siempre en los velocimetros, sabía bien que las Kawasaki, eran las más rápidas. Siempre marcaban 280 o 300KM/h, y las Ducati, sólo 220.
Claro la duda estaba servida… ¿Cómo iba a comprarse una moto tan lenta como la Ducati?.. si no llegaba hasta 300 km/h… que lento iba a ir¡¡¡¡¡
Además cuando se comprara la moto tendría la mas bonita de su pueblo… la que más ruido iba a meter… y le daba vueltas que si los Yoshimura o los Akra… Que preciosidad… Ya se veía cómo iba a ir él en su primer día, a pingüinos… con su flamante moto, un Dainesse lagunaseca, el Nolan de Carbono…
Iba a estar impresionante, y en la concentración todos se iban a quedar alucinados de la moto que tendría.
El tiempo pasó… y llego el momento sacar el carnet. Comenzón a hacer las prácticas con su profesor y el primer día le dejaron una preciosa CB 250 roja.
Madre mía que grande le parecía…cuando puso una pierna a cada lado… y Dios mío como pesaba.
A pesar de los buenos consejos de su profesor, se dio cuenta que llevar una moto era bastante más dificil de lo que pensaba… y ir a 100 km/h ya le parecía rapidísimo.
Su hermano mayor que siempre habia tenido moto, le hablaba durante las cenas de contravolante, descolgarse, reducir en vuelta… y a él, todo aquello le parecía imposible.
Que diferencia tan grande de todo lo que se habia imaginado que era llevar una moto, a la realidad.
Al final llegó el día y se sacó el carnét. Cuando le tocó elegir moto, recordó todas las cosas que le habían pasado, lo dificil que era llevar una moto… lo pesada que era su cb… y sobre todo, de la promesa a su padre…
Tambien pensó que la vida era muy larga y que seguro que le iba a dar tiempo a tener muchas motos, así que iba a empezar comprándose esa CB de 250 de la autoescuela de segunda mano, y que en el momento que la dominara se prometía a si mismo, comprarse una un poquito más grande, siempre con la confianza de dominar al 100% la moto que se comprara, para no faltar así a la promesa de su padre.
Con esa 250 llegó a pasear muchas chicas, incluso con ella conoció a su mujer actual… Con esa moto fue a su primera concentracíón, y descubrió lo apasionante del mundo de las motos. También aprendió que no hace falta ir a 200 km H para disfrutar de las motos… que las motos son otra cosa.
Que las motos se llevan en el corazón y que en el mundo motero no se trata de llegar más rápido a los sitios, de llegar el primero… sino de llegar… más feliz.
Al final pasaron los años, y llegó a tener muchas motos…flamantes BMW, Japonesas rápidas como el rayo… MV Agustas de revista, y Ducatis, con esa personalidad única…
y un día, cuando ya era un anciano… pensando pensando … cual era la moto que más le habia llenado en toda su vida… se dio cuenta que era una vieja CB250 roja, la que todavía estaba en una esquina de su garaje, llena de polvo y con una manta por encima, la que más satisfaciones le había dado en toda su vida.
LA que más ilusiones le había despertado y la que jamás jamás olvidaría. La única moto que no fue capaz de vender… porque todas las tardes de Agosto , la cojía un par de veces para disfrutar esa carretera de su pueblo que tantas veces había recorrido.
Era aquella moto… la que le traia aires de juventud…