Jamás me gustaron las motos.
Como soy un busca vida y si ésta viene con mar mejor. En el 2015 por cambiar de aires y aclarar ideas me fui a Ibiza a vivir. Como la vida te trae sorpresas, grande fue la mía al verme obligado a alquilar “algo” para moverme. Así que después de unos tiras y aflojas de precio con unos napolitanos que tienen una tienda de alquiler de scooters, por primera vez en mi vida, me subía a una moto. Era tipo Vespa pero china. Un alambre por aquí y otro por allá y el óxido de los metales me decían que había pagado el noviciado. Mas nervioso que el fontanero del Titanic, a los metros de andar pensaba; “cómo se me puede ocurrir subirme a algo que me ronronea entre las piernas y que parece que va donde quiere y con todos estos coches pensando que sé conducir”
Asumir, es cosa de adultos y por lo tanto a la primera hostia al frenar con el delantero 15 minutos después era cosa de sí o sí. No fue hasta la noche de ese día que en plena carretera, solo, con la temperatura más agradable que he sentido, la libertad más absoluta que he vivido, la tranquilidad más relajarte y con la luna llena, redonda en todo su esplendor que salía por el horizonte, llevándome donde ella quería, al horizonte, al final del camino, qué ahí en ese instante, en ese momento fue que sentí y viví el bautismo de andar en moto.
Cambié de scooter. Una Honda Lead limitada hasta los 80 km/hr. Se transformo en mi vivienda y mi vehículo con el cual viajar desde el bosque donde habitaba a cualquier lugar de la isla. Tiene historias que contar esa moto, sí señor.
Al volver a Madrid, otra vez mi trabajo me exigía un vehículo. Opté por una Kymco Superdink 125i que desde noviembre del 2016 hasta la fecha me acompaña sin problemas y ya tenemos 33.000 km hechos entre los dos y alguna que otra curiosa fémina invitada de vez en cuando.
Soy de los que cuidan las máquinas, de los que piensan que tienen personalidad propia y que existe una relación entre ella y uno. Como la vida también se trata de decisiones, en marzo comencé con una inversión muy importante, me inscribí en una autoescuela para sacarme el carné de moto A2.
El teórico hecho a finales de marzo en Móstoles, Madrid, APTO con cero faltas. El de destreza en circuito cerrado, APTO con cero faltas y el de circulación, hace tres días que lo aprobé y estoy a la espera del carnet que llegue a casa.
Como a la “Cipolina”(significa cebollita en italiano y se pronuncia chipolina), le hago muchos kilómetros mensualmente y quiero hacer viajes por Europa, así como me gusta a mí, acampando, quedándome en cualquier lugar y conociendo gente, comiendo bien y disfrutando del paisaje, decidí comprarme una F800GT que me llega la segunda semana de julio según el concesionario.
Así que espero que pronto nos crucemos en la carretera chicas y chicos del foro.
Un saludo y gracias por la bienvenida.
Nos vemos en el camino
Aaron