Capitulo I , el virus.
Corria el año 1980 , verano del mismo para ser exactos. Caracas, Venezuela,
ciudad de muchas motos, los mensajeros, llamados los “motorizados” dominan el paisaje.
En cada semaforo hay 10, 15, 20, 100. Todos haciendo ruido y humo, las 2 tiempos hacen pata ancha.
Los que empiezan en el “metier” con Yamahas y Suzukis 125, los que ya son jefe de reparto con 2y medios. Algunos con ambiciones capitalistas gastan 350.
Tambien estan los niños pijos, eso que en el pasaporte tienen escrito Profesion : HIJO
Muchos con Hondas Four 400, la publicidad dice “ser dueño del sol y del viento”, otros ya con casa en Miami usan 750, cuatro tiempos, 4 cilindros en linea. La cadena hace un ruido que despiertas a todos los vecinos cuando llegas tarde.
Al final de la piramide estan los extranjeros, unicos con capacidad de comprar motos realmente grandes, 1000es, Goldwing, Z1000 y alguna que otra BMW 900.
Ese dia, un dia como tantos otros, de curro, de lunes a viernes, brillaba un sol de esos que solo existen en el Caribe, fuerte, profundo, machacante.
Mire la publicidad de la Honda y me dije, “si, hoy es un dia para ser el dueño del sol y del viento”. Un dia justo para ir a la playa.
Me puse el bañador, coji una toalla, y baje al garaje a recojer a mi amada. Mi hermosa Kawa Z1000, 83 caballitos salvajes,rebeldes, indomables, velocidad astronomica por aquel entonces. Lineas clasicas, hoy se llamaria “Naked” entonces era solo “Una Moto”. 4 en linea, 4 carburadores con filtro de aire individual, puro motor, pura fuerza. El chasis? Esa es otra historia. Una moto para machos, nada de softies, una moto para galopar.
El Marvin 4 en 1, directo, sin silencioso, corto, vulgar, atronador.
De Caracas al mar hay 16 kilometros de autovia, 1000 metros de desnivel, curvas, curvas y mas curvas.
Camiones, Autobuses, Carritos Porpuesto, Taxis y mil chatarras que estorban la circulacion.
Pero no importaba, yo tenia mi centauro japones, dispuesto a ser dueño del sol y del viento.
Llego al peaje y mientras pago veo en el carril lateral a otra moto, plateada, distinta, hermosa.
Salimos casi al unisono, haciendo ruido, despertando envidias. Acelero, me cuelo entre 2 coches y cojo la punta.
Rosca a fondo, todas las marchas. No hay otra opcion. A mi no me gana nadie. Soy el rey del mambo.
“El otro” se va perdiendo poco a poco, mis retrovisores me dan palmaditas de felicitacion en la espalda, mis retrovisores me susurran “se esta quedando, pobrecito, como lo estas humillando”. Llega la primera curva, larga, muy larga, le bajo una marcha, uno o tal vez dos toques al freno y me zambullo, concentrado, confiado, seguro. La vista adelante, 30, 40 metros, oteando el horizonte.
Mis oidos registran un sonido particular, estoy pensando que puede ser cuando veo como me hacen un interior.
Si, “el otro”, se ha tirado por dentro, despectivo, irrespetuoso, sadico, humillante.
Me saca unos metros, enderezamos y pienso “ahora vas a ver, imbecil, te hare ver las estrellas”. Acelero, corro el riesgo de romperme los ligamentos de la muñeca derecha, me escondo debajo de una cupula que no tengo, y lo paso, triunfal, glorioso, avasallante.
300 metros de gloria, proxima curva, demoro la entrada, casi cierro los ojos, alla voy, la rueda trasera me avisa de que me estoy pasando, va de un lado a otro cual bandera al viento, no importa, ¿quien dijo miedo habiendo hospitales?.
Mis oidos me traicionan, se entregan al sonido “del otro”, ya hasta disfrutan. Me pasa, por dentro, no hay otra opcion.
Me vulnera, me viola, me atormenta. Hace de mi una piltrafa humana, a mi, al rey del mambo.
Asi seguimos, kilometro tras kilometro, curva tras curva. Hasta que en una recta “el otro” queda bloqueado detras de un autobus y un coche, es la mia, ahora si, ya lo veras. 20 años, rebelde sin causa, sin problemas, sin deudas ni hipotecas morales. Ni hijos, ni esposa. Valiente y decidido. El arcen me espera. Bajo una marcha, apunto a esos 45 cm magicos,
Esos 45 cm que me daran la victoria definitiva, esos 45 cm que me devolveran mi hombria. Te voy a dar, maldito desconocido. Ya veremos quien llega primero a Maiquetia.
Y pase, a la derecha del autobus,a 180 o mas, y le saque 300 metros, y segui bajando tranquilo, victorioso.
Al final, ya en la ciudad un semaforo. Ruego que se ponga en rojo, me detengo casi todavia en verde. Lo quiero ver, conocerlo, ver su montura. Saber quien me ha hecho perder la virginidad psiquica.
Y llega, levanta la visera del casco y me tira un simple “Ciao”. Le respondo con un “Que hubo”. Vuelve el verde, salimos despacio, juntos, estilo desfile militar, esperando al proximo semaforo. Nuestras vistas estan dirigidas a la moto del otro. Nos estudiamos. Al tercer semaforo un “ ¿donde vas?”, por respuesta un “A la playa y ¿tu?”
Ya en la playa, nos damos la mano, es italiano, Gianni o Giovanni o Giusseppe, que mas da. Vive arriba, en la zona “bien” de la ciudad. La moto se la trajo de Italia, esta claro. De esas en Caracas solo hay una, esa. Bella, bellissima, particular. Unica.
Yo quiero una asi. Siempre la quise. Un dia la tendre.
Unas cervezas, una conversacion de futbol, el que tiene que volver. Me quedo, no quiero que en subida me pase lo mismo. Nos despedimos, la mano, un “hasta pronto”. Me quedo solo, pensativo. Recordando los interiores que me hizo.
No recuerdo que “gane yo” , solo pienso en como cojia las curvas, sobre rieles, a izquierdas y a derechas.
Yo quiero una asi. Siempre la quise. Un dia tendre una Ducati.
Tal vez no sea una 900 SS Desmo como esa, pero algun dia, no se cuando, tendre una Ducati.
Eso estoy seguro.
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Continuara……