Ahora que la competición nos da una pausa, y un poco harto ya de la eterna y redundante discusión originada, se me ha ocurrido una especie de juego, o entretenimiento inocente.
Al tema:
- Imaginemos que el actual catálogo de Ducati són las motos que va a tener una persona en su vida (sin poder repetir modelo). Una moto de otra marca puede entrar en el juego, pero solo una.
- Pongámonos en la piel de esa persona y escribamos su biografía.
La “mía”:
Empecé de joven con la Monster -cómo no-, aunque en seguida creí que me la había acabado, por lo que, con sólo dos añitos, la vendí para comprarme…
Una Panigale. ¡Qué potencia! ¡Qué alarde de tecnología! ¡Qué maravilla de SBK! Hasta que llegó el SUSTO, así, en mayúsculas. Volví de golpe a la Tierra. ¿Como pude pensar por un momento que era capaz de sacar provecho de semejante animalada en carretera y sin matarme?
Así que, para relajarme, cambié la SBK por una naked… La Streetfighter. Eso ya era otra cosa, sí señor. Menos potencia, pero una deportiva camuflada en definitiva. Me lo pasé como un enano hasta el día en que conocí a mi novia. Subió un par de veces y, a la tercera, me dijo que, si quería seguir disfrutando de las dos, necesitaba una moto más amable con sus posaderas, por lo que…
Volví al motor de aire a lomos de una flamante Hypermotard. Cómoda para ella -comparada con la naked- y divertida cuando iba solo. Perfecta durante unos añitos. Hasta que me separé. Entonces decidí convertirme en un trotamundos motero, y necesitaba una moto en condiciones.
Llegó a mi vida la Multistrada. Y con ella conocí mundo, mucho. Europa, Asia, África, incluso planeé saltar el charco, pero conocí a la mujer de mi vida, también motera y… Legaron los críos, los viajes volvieron a ser más cercanos…
Cada vez tenía más claro que se había acabado ser un tragamillas, y casi sin darme cuenta mi garage se vio adornado con una negrísima Diavel, con la que podía satisfacer mis ansias moteras sin perjudicar mis ya castigadas rodillas, espalda, etc.
Ahora ya estoy jubilado y mis reflejos ya no son los que fueron, así que, por mucho que me pese, he tenido que aceptar las palabras del médico, dejar las motos a un lado y conformarme con una Vespa.