[i]Visto el apartado anterior, podemos hacernos a la idea de que el cambio de las correas no será una operación difícil. Y no nos equivocamos, el proceso es bien sencillo. Para comprender bien todo este proceso, es necesario leer con atención el capítulo anterior (3.6)
Para esta operación, sin embargo, es aconsejable disponer de una buena llave dinamométrica con sus correspondientes puntas hexagonales macho (allen) largas, para garantizar el buen acceso a los tornillos de los tensores.
Giramos la distribución y comprobamos que cada marca de cada una de las poleas coincide con una marca del motor. A la hora de cambiar las correas, hemos de tener en cuenta la posición de las poleas, pues si la cambiamos en alguna de ellas, dejaremos mal calada la distribución, pudiendo originar un desastre.
Ahora retiramos las correas viejas. Para ello tenemos que aflojar los dos tornillos del tensor móvil de cada una de las correas. Giramos el tensor, dejando la correa completamente floja y quitamos las correas: primero la del cilindro horizontal y después la del vertical. Aprovechamos este momento para observa el estado de las correas, que no deben presentar defectos aparentes como grieta, picotazos ni mordiscos ni en su banda ni en los dientes.
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Vista general, una vez retiradas las correas.
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Tensores móviles que hay que ajustar para regular la tensión de las correas.
Tornillos del tensor del cilindro vertical
Tornillos del tensor del cilindro horizontal
Una vez obtenida la tensión correcta como hemos visto en el apartado 3.6, procedemos a apretar los tornillos de los tensores con un par de apriete de 26 Nm, aplicando en sus roscas fijador de tornillos de grado medio.
Colocamos las nuevas correas en el orden inverso y observamos el calado de la distribución. Debemos observar que las marcas de las poleas y las del motor coinciden. No hace falta fijarse en si la alineación de cada par de marcas es absolutamente perfecta, ya que como los dientes de las poleas están separados unos 5 mm, una equivocación de un solo diente es perfectamente visible.
Una vez hecho esto, tensamos las correas como se ha explicado en el apartado anterior.
Y para estar completamente seguros de que la distribución ha quedado calada, giramos varias vueltas de nuevo el motor “a mano. Si hubieramos dejado la distribución mal calada, podríamos oir un ruido al tocar alguna válvula en su movimiento la cabeza del pistón y no podríamos seguir girando el motor en ese sentido. Si esto sucediera, bastaría con girar el motor en sentido contrario, aflojar las correas y volver a calar la distribución.
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(C) 2.009. Eduardo Cabrera Choclán. BARONROJO.
Fotos hechas y cedidas amablemente por bruno multi